Stephen Hawking tiene la gran afición de llamar la atención con sus declaraciones últimamente. Hoy lo ha conseguido gracias a su implicación en un proyecto privado para enviar una sonda espacial a Alfa Centauri, la estrella más cercana a nosotros.
La misión, denominada proyecto Starshot, está financiada en un principio por el millonario y filántropo Yuri Milner. También parece que Mark Zuckerberg participa de algún modo en el proyecto. La idea sería alcanzar alfa centauri en 20 años desde el lanzamiento del sistema.
Aunque esta estrella se encuentra a sólo 4,37 años luz de nosotros, la distancia es enorme para la escala humana. A la velocidad que alcanzan nuestras sondas con la actual tecnología, un viaje así duraría miles de años. Incluso a gran velocidad se tardarían muchos años, aunque sea a una buena fracción de la velocidad de la luz.
El proyecto se basa en la vieja idea de usar velas láser. Una gran superficie de un material reflexivo muy ligero es iluminada por la luz de un láser potente y los fotones de luz van transfiriendo cantidad de movimiento a la vela como si de un velero se tratase. Aunque la aceleración es muy pequeña se mantiene durante años y al final se consigue una gran velocidad.
La ventaja es que una nave así es muy ligera, pues no tiene que transportar combustible o sistema de energía alguno. Todo eso le viene de fuera gracias al láser. Como el haz del láser es abre poco puede seguir empujando a la nave durante casi todo el camino, a diferencia de una vela solar, que deja de ser efectiva al alejarse del Sol.
La idea original era construir una velas de cientos de km de anchas empujadas por una batería de láseres de altísima potencia que orbitaran el Sol. Cuanto más masiva fuera la carga de pago más grande tendría que ser la vela y más potentes tenían que ser los láseres.
Pero para Starshot se ha buscado lo opuesto. Una carga de pago de escasos gramos y una vela de unos pocos metros. La idea es que, si se sigue cumpliendo la ley de Moore de la electrónica, se podrán miniaturizar todos los instrumentos necesarios para una misión automática de este tipo, incluyendo cámaras, espectrómetros y sistemas de transmisión de datos.
Los láseres se situarían sobre la Tierra en una formación en fase (para actuar como uno solo) en la cumbre de alguna montaña que cumpliese con las condiciones meteorológicas adecuadas. Un sistema de óptica adaptativa compensaría las turbulencias atmosféricas para que el láser llegara a la vela..
Hay tecnología y se sabe cómo construir formaciones de láseres en fase, peor habría que desarrollarla. La ventaja que de esto es que se pueden añadir todos los láseres pequeños necesarios para alcanzar la potencia necesaria. Sin embargo, en esto sería algo muy caro, pues sería necesaria una formación de láseres de 100 Gigavatios de potencia conjunta que alcanzaría un tamaño de 1 km. Eso implica también su propia planta de energía. De todos modos, entra dentro de la escala y el dinero de un gran proyecto científico actual.
Se podrían lanzar muchas nanonaves de este tipo que proporcionarían redundancia al sistema y cada una de ellas costaría sólo lo que un smarphone. Las nanosondas, que podrían llegar al millar o más, se lanzarían a una órbita terrestre con un cohete convencional y al final, gracias al empuje del haz láser, alcanzarían un 20% de la velocidad de la luz, es decir, unos 60.000 km/s.
Una colisión contra cualquier partícula destruiría la nanosonda alcanzada, pero, al haber muchas, llegarían las suficientes a su destino. Cada una se podría enviar con una trayectoria ligeramente distinta para así visitar distintos objetivos dentro del sistema planetario.
Las nanonaves pasarían de largo (no hay modo de frenar) por el sistema estelar triple de alfa centauri. En el tiempo que estuvieran dentro del sistema analizarían posibles planetas rocosos en los que pudiera haber vida.
Según algunas observaciones, pero aún sin confirmar, podría haber exoplanetas en este sistema estelar y quizás alguna supertierra en la zona de habitabilidad. Esto es algo que posiblemente se desmienta o confirme en los próximos años.
No hay límites físicos para la idea, pero, de todos modos, hay mucha tecnología a desarrollar antes de que se pueda enviar una misión así. Pasarán años hasta que sea posible la misión. A lo que habría que añadir los 20 que se tardaría en llegar.
El coste económico es otro problema. De momento sólo hay 100 millones de dólares para iniciar la investigación y desarrollo del proyecto. Pero se necesitará muchos más y la implicación de los estados en un proyecto final equivalente al LHC. La NASA, de momento, no parece interesada en el proyecto. Quizás la razón para apoyar algo así por parte de algún gobierno sea la confirmación de haber encontrado planetas rocosos con bioindicadores en alfa centauri.
Es caro y difícil, pero ¿quién dijo que llegar a las estrellas no lo fuera?
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Nota de prensa.
Foto: ESO/Digitized Sky Survey 2.