Conectarse a Internet es cada vez más asequible y acceder a la red es ahora más fácil que nunca. Sin embargo, sigue existiendo la llamada brecha digital, no solo entre generaciones sino, incluso, entre ciudadanos de un mismo país. Existen zonas tanto en Europa como en América donde es más difícil, caro y lento conectarse a la red. Esto suele ocurrir en las  zonas más pobres, por lo que las desigualdades tecnológicas también incrementan las desigualdades sociales.

Por ejemplo, una de las consecuencias de no contar con un servicio de Internet accesible y de calidad la sufren los más pequeños. Internet es hoy por hoy la mayor fuente de conocimiento, por lo que no poder acceder a él implica desigualdades educativas. Además, si los niños no se conectan, tampoco adquieren habilidades tecnológicas, como el simple hecho de manejar un ordenador o un ratón. Obviamente, sin estas habilidades digitales ni conocimientos informáticos va a ser más complicado que en un futuro consigan un buen trabajo, ya que el futuro de la economía depende, en parte, de Internet.

Del mismo modo, quien no tiene acceso a la red también lo tiene mucho más complicado a la hora de conseguir un empleo. Buscar trabajo actualmente es un proceso casi exclusivo de Internet, pues la red permite acceder a muchas más ofertas, de cualquier parte del mundo, y optar a más posibilidades. Con un solo click, puedes hacer llegar tu currículum y tu candidatura a cualquier empresa que te interese. Sin Internet, en cambio, las posibilidades se reducen, y mucho.

Pero también en el día a día se necesita cada vez una buena conexión. Un ejemplo lo encontramos en materia de salud. Aquellos que no tienen Internet tampoco pueden acceder a los servicios médicos que se ofrecen online. No pueden reservar citas, tener consultas virtuales ni acceder a ciertos medicamentos. Y lo mismo ocurre, por ejemplo, cuando necesitamos comprar. Internet se ha convertido en una gran plataforma para comprar y vender donde es posible encontrar estafas pero también buenas ofertas. Sin la posibilidad de navegar por la red, es más difícil encontrar, por ejemplo, coches o casas a buen precio.

La llegada de los smartphones, aunque algunos no lo veían así al principio, ha servido para popularizar el acceso a Internet. Gracias a estos dispositivos es más fácil navegar y algunas operadoras ofrecen planes que permiten conectarse de forma asequible y flexible. En operadoras como T-Mobile, incluso, los usuarios contratan un servicio de banda ancha en el que no pagan por los datos que no consumen, pues los pueden acumular para meses posteriores.

Eso sí, para que las operadoras puedan funcionar también es necesario que los gobiernos inviertan en infraestructuras. Sin ellas no se puede garantizar ni un buen acceso ni un servicio de calidad. Algunos países como Canadá han dado un paso más para acabar con esta brecha digital y social. De hecho, han aprobado una ley para que el acceso a la banda ancha se considere un servicio básico para todos.

Por viperEF

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